por supuesto, y demás amigos de la panda como el gran Angel, Juan, Mohedano y don Eduardo... Qué grandes tipos, como nos hicieron disfrutar y cuantas cosas pude aprender de ellos. En todo momento estuve arropado y ayudado por esta banda inclasificable de veteranos jovenzuelos, quedo agradecido eternamente con todos ellos. Me río de los ignorantes que, en ocasiones, piensan que estos "abuelos" van de paseo en estas carreras. Cuando te enteras del "curriculum" de la mayoría de ellos te lo explicas... qué envidia, qué vida llena de pasión, gasolina, amigos, carreras, alegrías, luchas y también, como no, sinsabores.
Empiezo a dar vueltas..., ¡qué sensación más anacrónica! En parte me acuerdo de cuando era el típico motero callejero de quince años que iba medio-aterrorizando a coches y peatones por Madrid con mis motos de campo o aquella Ducati Senda. Se trata de ese estilo, el callejero-reventón. Ahora soy más “razonable”, voy más despacio, ese es el problema: ¡no consigo pasar rápido por ninguna curva, bueno, ni por ninguna recta! La moto gira bien pero tengo un serio problema con el gas... problema mío, no de la moto, quiero decir. No sé dónde está el límite del motor de la Ossa, el de los frenos sí. Acelero con ganas pero no es suficiente. Sigo dando vueltas y me voy cansando, no entiendo… Encima, empiezo a ver que esta gente anda un huevo, o huevo y medio. Luego me dicen que estábamos a 35 grados, vamos, "cojonudo".. pero el calor es el mismo para todos, no valen excusas.
Honestamente, veo que solo estoy conduciendo, nada de pilotar, voy de pena. Termina el libre, llego a nuestra carpa totalmente destrozado, no me salen las palabras por el cansancio, el sudor me empapa la cara. ¿Cómo puedo estar tan cansado? Alucino. Apenas pienso todavía. No me puedo bajar de la moto ni quitarme el casco. No exagero, me dio una pájara cinco estrellas. El mundo se me cae un poco. Fue el peor momento de todo el weekend. Sé que si esto sigue así voy a hacer un ridículo espantoso e histórico.
Por fin me bajo de la Ossa que está hirviendo. Me tomo lo primero que pillo. Estoy decepcionado conmigo mismo, bastante. Todos me preguntan qué tal. Lo tengo claro, entro medio bien en las curvas pero salgo de ellas “muerto”, fatal, en las rectas no paro de recibir “top guns” por todos lados. Si sigo así me van a abrir el culo en canal. Esta moto no tiene bajos, vale, lo sabía... pero es que tampoco tiene medios, no corre nada si cierras el gas. Como se nota que nos hemos mal-acostumbrado a las omnipresentes 4T...
Los amigos valencianos, perros viejos, me han visto desde las aceras y me confirman mis sospechas. O subo más de vueltas el motor o no voy a ir bien en ningún momento. Me dicen que apriete hasta que grite a tope, aunque parezca que vaya a salir una biela por un costado, que no tenga piedad, que se nota que voy conservando mucho la mecánica pero no hace falta, que es una Ossa de carreras, preparada para que la den mucha caña. Ok, vale, tendré que entrar con un “hierro” menos en las curvas para no bajar de revoluciones el motor y así poder salir de las curvas con cojones porque la moto corre un huevo, me dicen, y no estoy aprovechándola. Que no me preocupe, que soy un novato, paso a paso... lo sé, eso está claro, llevo mil siglos sin rodar con una 2T, pero eso del paso a paso es buen método cuando hay más tiempo por medio… Mi padre me recomienda lo mismo. De repente miro a un lado y veo dos caras conocidas, ¡son Marta y Josep!, vaya, ¡¡que sorpresa!!... han venido desde Palencia a vernos, ¡¡tela!!, alucino... La visita me da buena suerte, empiezo a sonreír otra vez, hasta me calmo. Decido que en el crono oficial voy a salir a muerte y si me estrello pues al menos caigo con honor, cojones, porque con la que he montado para estar aquí, con la de personas que han venido a la fiesta, incluyendo a mis padres, a mis amigos, las molestias y las gestiones de Paco, etc, no tiene sentido salir a pasear el domingo...
Bajo la carpa, revisamos gasolina, repasamos tornillos y apretamos el amortiguador de dirección de la Ossa que se ha soltado por las vibraciones, ¡no será lo único...!
Agradecer de nuevo la ayuda de estos locos valencianos, a todos los niveles. Sabíamos que eran la rehostia pero durante el fin de semana han superado todas las posibles expectativas, tanto dentro como fuera de la pista. Buena fiesta la que montan en el supermercado por no hablar del chillout nocturno que llegará esa noche... Y de historias de motos, de hazañas, vivencias y personajes ¿qué decir?, por ejemplo, está allí con nosotros don Eduardo Granell, un hombre entrañable, con 73 años que todavía pilota ligero, otro nuevo ejemplo. Es un placer escucharle y verle rodar. Don Eduardo apenas come, él sí tiene gasolina en las venas. Las motos y las carreras son su sostén vital. El domingo nos contaría muchas cosas, algunos recuerdos. Por ejemplo, cuando se retiró oficialmente del Campeonato de España, allá por ¡1971!… también algunas de sus carreras contra el gran Santi Herrero, contra un joven Nieto, con los Cañellas, Medrano… y la tragedia de su viejo amigo en Bultaco, Pedrito Alvarez, cuando se mató por culpa de un puñetero perro en Castellón.
17h00. Cronos oficiales.
Pues nada, sobre las cinco y pico salimos a los cronos buenos. Ahora sí que hay que echar el resto. Sigo preocupado por mi patético rendimiento. En fin, espero cansarme menos y, sobre todo, divertirme, hacerlo mejor. Salgo y en la primera vuelta voy “calentando” mente y motor. Como estoy bastante cabreado conmigo mismo sé que algo mejor lo voy a hacer. Termina esa primera vuelta y en la siguiente empiezo a estirar hasta el infinito cada marcha, el puchero parece que va a explotar... la releche la que se monta bajo mis testículos, menos mal que aunque va, digamos, fina realmente la carburación va un pelín grasa para evitar sorpresas desagradables. Aun así, dejo dos dedos en el embrague, esos tics que hacía de pequeño con mis motos de cross y que en las motos modernas hago sin darme cuenta y sin motivo. Intento ser mucho más agresivo. Como ya me sé el circuito y he pillado algunas referencias voy más suelto, me canso menos y ando más, lo noto enseguida. Desde las vallas me dicen algo como “¡así, así!”, les veo un instante aunque no les oigo.
Vuelvo a encarar la fantástica curva de entrada a meta. Llego rapidillo a final de la calle de meta, perdón, recta de meta je, je, je, en los últimos 50 metros las vibraciones son enormes, gloriosas, no hay palabras, parece que se va a desmontar la Ossa, ¡sin exagerar, dejo de notar los dedos! (Luego me dice Paco que es normal, que pasa en cada vuelta todo el mundo.) Me rio un poco, freno como puedo tanto con delantero como con el trasero y me meto en el ángulo ciego (me recuerda al de Miramar de Montjuic). Salgo de el ya más alegre, el motor no se me va abajo y encaro la siguiente curva acelerando a saco. Ok, quizá todavía tenga esperanza… Repito jugada en todas las vueltas y noto que, además, no me estoy cansando ¡nada! Llevo la visera un pelo abierta para “oxigenar” y veo que me pasa mucha menos gente que en la primera “tanda”, bien. La curva de entrada a meta es la hostia, y rápida, disfruto como un enano. Si no fuera por el desagradable colin sé muy bien como entraría en esta rápida curva ciega pero noble. El próximo año si vengo más preparado voy a rozar hasta con las orejas. Saliendo me agacho sobre el deposito esperando mejorar mi “aerodinámica” (madre mía, lo que hay que leer…) pero no puedo girar la cabeza hacia el frente al mismo tiempo, así que durante varias docenas de metros espero que no se cruce ningún bicho porque solo veo el tapón del depósito.
Repito la táctica en cada tramo, en cada curva, intento cambiar pesos y descolgarme pero choco con el límite del colin, empiezo a agacharme y a disfrutar un poco… bien… Las ruedas tienen unas medidas de juguete pero dan seguridad. El chasis doble cuna es noble y robusto, mi padre me lo ha dicho tantas veces que no me sorprende, mejor que los chasis de las Bultaco o de las Impala que hay por allí, al menos de serie. Lo de las vibraciones traerá mucha cola… Sigo dando vueltas como un poseso. Lo importante es que me empiezo a divertir, la boca se me queda seca, apenas estoy cansado, ¡acojonante! ¿cómo puede cambiar tanto un tipejo de una hora a otra?, me cuesta procesarlo. Esto es vida y no lo que hago entre semana. Pronto vienen hacia mi, como lobos, los valencianos... joder, sonríen y me dan palmadas, bueno, no es para tanto, pero agradezco sus palabras. Paco también me felicita. Qué subidón de moral me da todo esto, al menos creo que no terminaré el último destacado.
Primera Manga. Me pongo la camiseta de Santi Herrero, la que nos dieron el día de la inauguración de su curva en La Torrecica. Alguno pensara que son gilipolleces pero a mi estas cosas me llenan. De paso, si me da fuerzas o me inspira un poco… no me vendrá nada mal. La temperatura dentro y fuera de mi cuerpo sigue subiendo a marchas forzadas pero tengo la mente en otros mundos. Nos amontonamos en la calle de salida, pasan los minutos, me lo estaba imaginando: saldremos con retraso, más emoción y puteo. La paramos y nos tienen esperando unos cinco minutos más que se me hacen eternos. Me gustaria tener ritmo para ir a rueda de Paco, disfrutar, aprender y, si es posible, darle algún hachazo ja,ja, pero no va a ser posible, lo sé. El calor aprieta, llevo una pinta curiosa: no llevo enganchado por las cremalleras mi dos piezas porque voy muy incómodo si lo hago; creo que se ve me medio culo cuando me agacho en la recta, vaya tela...
Por fin nos dejan salir, arranco con ayuda de otra radial en el suelo que hace de arrancador de motoGP, je,je, salgo a meta y busco mi posición, una retrasada posición 29, de casi cuarenta, bueno, no es para tirar cohetes precisamente pero los paquetes también tenemos derecho a participar y soñar ¿verdad? Realmente, me importa poco la posición, lo que quiero es zumbar bien, divertirme, terminar las mangas y remontar un poquito. Rodar tan cerca del público y ver las balas de paja me hipnotiza, estoy disfrutando como un poseso.
Damos una vuelta de “calentamiento” (toda una paradoja) y por fin salimos. No salgo mal del todo pero se me encabrita un pelo, me pasan dos o tres motos de las filas de atrás pero al llegar al “ángulo”, al embudo mejor dicho, paso a dos. Luego me pasa otra moto, me acerco otra vez, etc, así andamos durante dos o tres vueltas, mientras los que van rápidos de verdad se alejan enseguida. Me encanta la curva de entrada a meta. Salgo de ella con el motor a tope, a menos de un metro las balas donde están apostado Santi, mi Laura, mi padre, Marta y Josep, que están con las cámaras en mano… está todo controlado, esa curva me encanta, agacho la cabeza y me tumbo sobre el depósito mientras las vibraciones inundan mis sentidos y llego a final de recta sin ningún tacto en los dedos. Freno de “oído” y entro como puedo mientras paso por fin a un tipo que me está haciendo de tapón ¿será Alex Barros? y luego a otros que no van nada mal. De mi “grupo” de paquetes creo que nadie me pasa ya en toda la manga, “solo” nos doblan los líderes. Salgo de varias curvas picando embrague para que no decaiga la alegría del puchero que atrona bajo mis piernas. No me vuelvo loco, me guardo un 5% para evitar problemas, intento hacer mi carrera y, sobre todo, “pequeño detalle”, no doblar la Ossa porque como la doble entonces sí que va a ser “gracioso” el finde y la factura final del finde…
Malas noticias, de repente veo a Paco, que salía delante de mi, parado en una curva hablando con un bandera. Por lo que veo no se ha caído, menos mal… está hablando con un bandera, ¿qué habrá pasado, avería?
Termina la manga y damos otra vuelta para saludar a la afición. Como mola, la gente del pueblo y los miembros del motoclub Cirbón son muy simpáticos, da gusto estar aquí. Estoy viviendo mi sueño y por el momento todo va mucho mejor de lo esperado, quién me lo iba a decir a mi unos días antes… Encima en cada salida con la Ossa vuelvo menos cansado, genial. Por lo visto luego, he terminado el 19. Bueno, al menos han quedado unos cuantos detrás.
¿Qué decir de la Ossa? Bella y agil, rápida y noble. Una auténtica moto con ALMA. Una maravilla volver, aunque sea durante unas pocas horas, a rodar con una moto de 2T pura sangre, esas motos de agujeros, las auténticas motos con personalidad, con genio, con averías solucionables, amigable, con esa comunicación hombre-máquina que ya tanto falta en nuestros modernos pepinos electrónicos. Me he empezado a enamorar, me temo…. Realmente no debía sorprenderme tanto, mi primera camiseta motera era amarilla y ponía Ossa, era el verano de 1980, estaba empezando a aprender a montar en moto, hace toda una vida… mi padre ya había vendido su Ossa pero su recuerdo, su viaje a París y sus carreras eran el pan de cada día para mí. La senda estaba abierta… ahora la “deuda” ha sido zanjada. Solo queda mirar hacia delante, como siempre, ojala podamos repetir la experiencia no una sino muchas veces. Y ojala podamos hacerlo rodeado de grandes amigos como estos locos valencianos que nos recibieron con los brazos abiertos. Gracias de corazón a TODOS.
Luigi #31